A Lola, como a todos los perros, le gusta salir a pasear, a ver la calle, a conocer o relacionarse con otros perros o personas, por eso hay veces que no quiere volver a casa, que se queda con ganas de jugar más. En esos casos es cuando hay que usar técnicas, ofrecerle comida si accede a volver o cosas así.
Pero hay otras veces en las que no es necesario montar tanto teatro. Cuando vamos al parque siempre está explorando, oliendo y buscando nuevas cosas que no conoce todavía. En alguna ocasión descubre algo que le llama la atención, que le gusta o simplemente se encapricha con algo. Eso es a lo que yo llamo sus trofeos, porque los coge con la boca y se va derechita a casa, ella la primera, porque se conoce el camino de memoria, y se va muy feliz y tranquila, no hay que convencerla, no hay que engañarla, se va ilusionada a casa con su nuevo trofeo.
Luego es a nosotros a los que nos toca tirarlo a la basura, porque suelen ser hojas de árboles, piedras, palitos y cosas así. Pero bueno, si eso ayuda a que se vaya contenta a casa, ¿por qué se los vamos a negar? ¿No?
